Capítulo 149
Capítulo 149
Capítulo149
-¡Maestra! ¿Qué?! -todos estaban sorprendidos, y Beatriz estaba tan sorprendida que abrió la boca y olvidó mantener su expresión elegante.
¿Cómo es posible? ¿Había oído mal? Irene solo tiene 24 años, mientras que Celeste es cuatro años mayor que ella y ha estado dominando el mundo de la moda durante diez años, desfilando muchas veces en la Semana de la Moda de París y ganando numerosos premios internacionales.
¿Cómo podría esta chica del campo, que es una trabajadora de atención médica, ser la maestra de
Celeste? ¡Esta broma es demasiado grande!
-Solo maestra, ¿por qué tienes que agregar la expresión ‘vieja‘? ¿Has visto a alguien de 24 años que sea un ‘vieja‘? -Clara cruzó los brazos y dijo con coquetería -Las mujeres deberían tener siempre
18 años.
-Es porque tienes un lugar muy importante en mi corazón, por eso lo digo en señal de respeto- dijo Celeste mientras abrazaba la cintura de su maestra de manera cariñosa y un poco regañona–¿ Property © of NôvelDrama.Org.
Por qué no me dijiste que venías? ¡No estaba preparada!
-Originalmente no iba a venir, pero de repente tuve que cancelar una cita, así que aproveché la
oportunidad para venir a ver -Clara explicó
-Ah, así que solo de paso… ¡No tengo ningún lugar en tu corazón! -dijo Celeste en tono de broma.
-¿Cómo te atreves a criticar a tu maestra?
Las dos mujeres charlaron como amigas íntimas, dejando a toda la audiencia atónita.
Alejandro se quedó sin aliento, sus ojos negros como el abismo cambiaron de expresión. Recordó el traje que ella le había hecho, no es de extrañar que fuera tan habilidosa, incluso el viejo sastre se había lamentado de no poder hacerlo tan bien como ella. Resulta que ella también tenía estas
capas ocultas de identidad.
Al principio, Alejandro solo pensaba que Irene era hábil con las manos, pero ahora parecía que la
había subestimado.
La maestra de una famosa diseñadora internacional, eso es algo que pocos pueden igualar en la
ciudad de México e incluso en todo el país. Un sabor amargo subió por su garganta, sintiéndose
confundido.
Ella ha estado a su lado durante tres años de matrimonio, y todavía parece ser una extraña para él.
-Señorita, soy la prometida del señor Hernández. Me llamo Beatriz… -Beatriz avanzó con valentía, tratando de estrechar la mano de Celeste.
Pero Celeste ni siquiera quería tener contacto físico con ella, retrocedió un paso con Clara como si estuviera evitando a un demonio -No recuerdo haber invitado a alguien llamada Beatriz en mi
lista de invitados.
-No sé de dónde sacaste la invitación, pero ciertamente no te he invitado. Esto es una fiesta privada, no se admiten invitados externos. Por favor, sal de inmediato -dijo Celeste sin rodeos. Las personas en
el mundo del arte siempre han sido arrogantes en su interior.
Beatriz se puso pálida, sintiéndose avergonzada, y agarró el dobladillo de la chaqueta de Alejandro
en busca de ayuda.
-Señorita, no sabíamos que esto era una fiesta privada y no teníamos la intención de ofender. Pero mi prometido admira mucho su diseño y ha estado esperando la oportunidad de conocerla en persona desde hace mucho tiempo. Por eso, esperamos que pueda disculparnos por lo sucedido
hoy–dijo Alejandro con una expresión cálida y sin arrogancia. 1
Clara sintió un pinchazo en el corazón y apretó los dedos.
Alejandro era un hombre muy orgulloso y arrogante, siempre era él quien era buscado por otros, ¿
cuándo ha buscado él a alguien?
Ahora, por el bien de Beatriz incluso está dispuesto a hablar con humildad y espera quedarse aquí.
Clara se río fríamente.
En este mundo, solo Beatriz puede hacer que Alejandro se humille así. Pero ella solía pensar que
podía llegar a él con solo levantarse de puntillas…
Beatriz abrazó el brazo de Alejandro con una expresión inocente pero su corazón estaba riendo con
locura.
-El señor Hernández de la Corporación Hernández nunca asiste a este tipo de eventos de moda,
después de todo, son círculos diferentes -dijo Celeste.
Celeste miró a Alejandro de arriba abajo y sonrió -Si el señor Hernández lo dice así, entonces sería
mezquino echarlos. Así que, señor Hernández, por favor, quédese aquí.