Mi Ex-esposa Misteriosa Es Multimillonaria

Capítulo 143



Capítulo 143

Capítulo143

En el patio trasero, Juan caminaba rápidamente hacia su Lamborghini, con una mirada fría en su

rostro.

-¡Juan!

Clara lo alcanzó jadeando y lo agarró del brazo: -¿A dónde vas?

-lo más lejos posible, preferiblemente nunca volver.

Juan se dio la vuelta y sonrió fríamente, con una marca roja e hinchada en su mejilla.

-Hermano, dijiste que lo que más te importa son tus tres hermanos y yo. Estamos aquí, lo que significa que este es tu hogar. ¿Cómo puedes no volver? -Clara apretó fuertemente la mano de su hermano, su corazón se partía. Exclusive content © by Nô(v)el/Dr/ama.Org.

Juan miró fijamente a su hermana y acarició su suave mejilla. -Tengo a todos ustedes mi corazón,

no importa donde esté, el mundo es mi hogar. Hermana, cumplí mi promesa contigo. ¿Ya no estás enojada conmigo?

Clara asintió lentamente, sintiéndose un poco conmovida.

-Si realmente quieres demostrar respeto a Flores, la mejor manera de hacerlo es asegurándote de

que no aparezca delante de él en el futuro Todavía tengo asuntos oficiales que atender, así que

tengo que irme. Volveré a visitarte la próxima vez.

-Juan.

Leticia corrió hacia él con una bolsa en la mano.

Juan se sorprendió por un momento, luego dijo suavemente: -Tía Leticia

Los ojos de Beatriz se pusieron ligeramente rojos y reunió coraje antes de entregarle la bolsa.

-Juan, dentro de aquí… hay varios medicamentos que hemos desarrollado en mi familia, tanto

para uso interno como externo. Quizás puedas necesitarlos. También hay algunos dulces que hizo

Luz. Ella temía que te fueras a un lugar lejano y te quedaras sin comida en el camino, así que

puedes usarlos para calmar tu estómago.

Después de hablar, Leticia se sonrojó avergonzada: -Son cosas que no son lo suficientemente

buenas para presentar, no te sientas ofendido, Juan.

Las largas pestañas de Juan temblaron un poco y su tono fue inusualmente suave. -Gracias, tengo todo lo que necesito conmigo. Adiós.

Terminando de hablar, abrazó a Clara, se dio la vuelta y se alejó con gracia en su Lamborghini,

levantando polvo en la oscura noche.

Clara y Leticia se quedaron paradas en el patio, suspirando al unísono.

-Deja que se vaya, Tía Leticia. -Clara consoló a leticia. -Juan ya ha progresado mucho, después

de todo, es un hombre salvaje… tienes que darle más tiempo para adaptarse a la forma de

comunicación humana.

-Lo sé, en realidad es él quien me tiene lástima–los hermosos ojos de Leticia se llenaron de dolor.

-Clara, Juan es realmente un hijo excepcional.

Las cuestiones de amor son subjetivas, pero no se puede negar que el segundo matrimonio tuvo un hijo excepcional que merece respeto.

El Maybach regresó a la Ciudad de México.

César conducía el auto con nerviosismo, mirando constantemente la expresión de Alejandro a

través del espejo retrovisor.

El rostro de Alejandro parecía hecho de hielo, sus labios delgados estaban pálidos como la

escarcha, como si toda la sangre caliente de su cuerpo se hubiera agotado.

-¿Estás bien, Sr. Hernández? No tiene buena cara -preguntó César con temor.

-Conduce el auto -dijo Alejandro, con los ojos enrojecidos y respirando con fuerza.

Había venido con tanta furia, pensando que tenía todas las razones de su lado, creyendo que con

eso podría hacer que Irene se rindiera ante él.

Pero lo que le esperaba era una humillación aún más cruel.

¿Cómo podía ser ese fragmento de jade, que había cuidado y protegido con tanto esmero durante

más de veinte años, algo que se pudiera romper así?

-Hablando francamente, Sr. Hernández. -César, enfurecido, no pudo evitar murmurar: -Si quiere

que la señora Isabel regrese con usted, podría hablar con la familia Pérez y decirles que aún no se

ha divorciado legalmente de usted, que ella sigue siendo la esposa del presidente de nuestra

familia Hernández. No soporto a esas dos concubinas y su comportamiento, ¿quién se creen que

presentarse ante usted disfrazadas así? ¡Son puras concubinas! 3

-¿Crees que la única forma en que pueda obligar a Irene a irse conmigo es usando tácticas

deshonestas? -Alejandro preguntó fríamente.

-No, no es eso… Sr. Hernández, no es lo que quise decir…


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