Capítulo 127
Capítulo 127
Capítulo127
¿Rodrigo, estás bien? – Gritó Clara en su interior mientras se reía forzadamente. -Rodrigo, hoy has
contado bastantes chistes.
-No estoy bromeando, Irene, lo digo en serio -respondió Rodrigo, emocionado. Su mano grande y
cálida intentó tomar el hombro de Clara, pero ella se apartó ágilmente y se apartó.
-Rodrigo, si no recuerdo mal, ya te he dicho todo lo que tenía que decirte hoy. ¿Tienes que hacer
que mis palabras sean especialmente hirientes para que puedas entenderlas?
-Sé que me has rechazado -dijo Rodrigo, mirándola fijamente con tristeza en sus ojos y soltando
una amarga sonrisa. -También sé que ahora estás con Diego, pero aún así quiero decirte que
siempre estaré detrás de ti si vuelves. ¡No me importa ser tu plan B!
Clara: ¿Te crees que soy Flores o qué? – pensó para sí misma. Aunque esos ojos de Rodrigo eran
realmente hermosos, especialmente en ese momento, llenos de un ligero pesar y resentimiento.
No es de extrañar que tuviera éxito en el amor.
Sin embargo, Clara era completamente inmune a él. En comparación, ella prefería los ojos color
melocotón de Alejandro, deslumbrantes y desgarradores, más fríos pero más conmovedores.
-Por cierto, Irene, ¿quién es ese hombre que atacó a Alejandro? ¿Lo conoces bien? -Preguntó
Rodrigo nerviosamente.
-¡Señora! Justo cuando Clara no sabía cómo responder, César, vestido con una bata de paciente,
se acercó a ellos. Belongs to NôvelDrama.Org - All rights reserved.
-¿Por qué te has levantado de la cama? -Clara rápidamente pasó junto a Rodrigo y se acercó a
César. Aunque tus heridas no son graves, caer de cabeza puede causar una leve conmoción
cerebral. Debes descansar más y no moverte sin sentido.
-Señora, ¿fue usted quien salvó a Alejandro?-César preguntó emocionado.
-No hice nada -respondió Clara con voz apagada, sintiendo culpa en su corazón.
-Lo sabía… ¡Lo sabía que aún tienes sentimientos por nuestro Alejandro!
-César, ¿ha terminado el tratamiento de Alejandro? -Clara, sin querer escuchar eso, cambió de
tema.
César asintió con la cabeza, con una mirada suplicante. -Señora, ¿no se irá, verdad? Al menos,