El despertar del Dragón

Capítulo 2297



Capítulo 2297

No es tuya

Jaime asintió y dijo con una sonrisa:

—Así es. En efecto, es una Diosa de las Artes Marciales.

La revelación dejó boquiabierto a Vladimir, que se quedó estupefacto. Luego miró a Alba con incredulidad.

Evidentemente, ninguno de ellos creía que una joven como Alba pudiera ser una Diosa de las Artes Marciales.

Alba se dio cuenta de su incredulidad, así que emitió un poco de su aura. En ese instante, Vladimir y los demás pudieron sentir la aterradora presión.

Con eso, no tuvieron más remedio que creerle. Cada uno de ellos la miró con una expresión de asombro en sus ojos.

—Señor Casas, ¿cuál es su nivel de cultivo ahora? —preguntó Vladimir a Jaime.

—Octavo Nivel de Santo de las Artes Marciales... —respondió éste. Property © of NôvelDrama.Org.

En el momento en que los jóvenes escucharon que Jaime era un Santo de las Artes Marciales de Octavo Nivel, se sorprendieron aún más.

Después de todo, Jaime no era más que un Gran Marqués de las Artes Marciales cuando se separaron en la Isla Encanta.

Sin embargo, ahora ya era un Santo de Artes Marciales de Octavo Nivel. Con el tiempo, creían que Jaime podría convertirse en un Dios de las Artes Marciales.

No obstante, confiaban en que Jaime no tendría ningún problema en enfrentarse a un Dios de las Artes Marciales de Quinto Nivel a pesar de ser un Santo de las Artes Marciales de Octavo Nivel.

—Ahora que el Señor Casas está aquí, no debemos temer a la Secta Vientofuerte. Hay un Dios de las Artes Marciales y un Santo de las Artes Marciales de Octavo Nivel entre nosotros, ¡así que nadie dentro del mundo de las artes marciales se atrevería a desafiarnos! —proclamó Marcelo emocionado.

Cuando estaban en la Isla Encanta, siempre había estado enfadado con Jaime, por eso mantenía la cabeza baja en silencio desde que se reencontró con él.

Sin embargo, la noticia de que Jaime era un Santo de las Artes Marciales de Octavo Nivel y que traía consigo a una Diosa de las Artes Marciales emocionó tanto a Marcelo que soltó esas palabras. Después de todo, con personas tan poderosas como compañeros, podían hacer lo que quisieran.

—Marcelo, recuerdo que siempre has querido retar al señor Casas a un duelo —bromeó Vladimir mientras miraba a Marcelo.

Marcelo se sonrojó y dijo con torpeza:

—Entonces era un ignorante. Ahora, ¡hasta un pedo del señor Casas bastaría para matarme!

Divertida por su comentario, Alba soltó una carcajada.

—No pueden ser descuidados. El mundo de las artes marciales no es tan sencillo como parece. Hay montones de luchadores muy cualificados en el mundo de las artes marciales, así que los Dioses de las Artes Marciales pueden no significar nada. Sube a la montaña conmigo más tarde, pero no actúes por tu cuenta... —advirtió Jaime.

—No se preocupe, Señor Casas. Haremos lo que usted diga. No habrá ninguna objeción por nuestra parte…

Vladimir y los demás asintieron con solemnidad.

Muy pronto, Jaime condujo a todos hacia las Montañas Kazillion.

Cuando los otros artistas marciales los vieron, decidieron seguirlos. Después de todo, debía haber objetos mágicos en las Montañas Kazillion, considerando los fenómenos que habían ocurrido. Ante los tesoros, muchos estaban dispuestos a correr el riesgo.

Al final, más de cien artistas marciales subieron a la montaña con Jaime y su grupo.

En ese momento, unos cuantos discípulos de la Secta Vientofuerte charlaban entre sí apoyados en un enorme árbol.

Cuando vieron regresar a los artistas marciales que habían ahuyentado, montaron en cólera.

Uno de los discípulos de la Secta Vientofuerte se acercó para detener a Jaime y a los demás, reprendiéndoles con arrogancia:

—¡Qué osadía la suya al volver aquí! ¿No entendieron las instrucciones del señor Carrión? Los echamos, pero tuvieron el valor de volver. ¿Tienen ganas de morir?

Aquellos pocos discípulos de la Secta Vientofuerte miraban a todos los artistas marciales como si no fueran nadie.

—Las Montañas Kazillion no son suyas. ¿Por qué no puedo subir a las montañas? —preguntó Jaime con calma.

—No, no puedes. La Secta Vientofuerte ha sellado esta zona. Se ha convertido en un terreno prohibido. Ninguno de ustedes puede entrar —replicó el discípulo con altanería.

—¿Y si insisto? —preguntó Jaime.

—Entonces sí que tienes ganas de morir…

Con eso, aquel discípulo emitió un aura de alguien cercano a ser un Dios de las Artes Marciales.

Cuando Vladimir y los otros sintieron esa aura, sus expresiones se volvieron sombrías. Incluso un discípulo ordinario era mucho más poderoso que ellos.

—¿Desde cuándo la Secta Vientofuerte se ha vuelto tan arrogante? ¡No tienen respeto por los otros clanes! —Alba rugió y le dio una patada a aquel discípulo de la Secta Vientofuerte, enviándolo volando hacia atrás.


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