Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez

Diario de una Esposa Traicionada Capítulo 259



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Mis pestañas se bajaron suavemente y respiré hondo en silencio diciéndole: “Esto es diferente.” 

Decidir divorciarme no significaba que deseara que le pasara algo malo.!! 

Isaac estaba sentado en la cama, luego extendió su largo brazo para acercarme, mirándome hacia arriba mientras preguntaba: “¿En qué es diferente?“% 

Su mirada me desordenaba el corazón y dije: “Todo es diferente, hay, no importa quién haya sido herido, me habría preocupado por él.” 

¿No importa quién?” 

El repitió esas palabras con indiferencia y utono se volvió rápido?” 

volvió frío: “Si el accidentado hubiera sido David, también habrías corrido tan 

“SI.D 

Respondi sin dudar, como si quisiera probar algo, y agregué: “Quizás incluso más rápido. 

David, para mi, era un muy buen amigo. Nadie se quedaria indiferente si escucha que un buen amigo había sido herido. 

La suavidad en los ojos de Isaac se disipó de repente, y me presionó diciendo: “Asi también lo harias, sin vergüenza alguna, mirando su torso?” 

Me di cuenta entonces de que el acababa de cambiarse el vendaje y no se había puesto la camisa, su pecho estaba desnudo, a excepción del vendaje. El torso del hombre, con hombros anchos y cintura estrecha, lineas musculares claras y definidas, estaba expuesto. Mi mente había estado completamente en su herida y no me había dado cuenta. 

Senti mi cara calentarse, pero al pensar en sus palabras, no pude evitar replicar. “Si, hay algún problema?” 

“Hay un problema. 

Él me sujeto obstinadamente y mostrándose irracional: “No permitire que mires a otros hombres asi, especialmente a David.” 

“¿Por qué debería? 8 

“Porque todavia soy tu esposo.” 

Isaac pronunció cada palabra claramente, viendo mi desagrado, su actitud se suavizo adecuadamente: “¿Me ayudas a ponerme la camisa, por favor?” 

No me negué, tomé la camisa de la cama del hospital y le dije suavemente: “Deberías escuchar al doctor, cuida un poco más de ti misma. 

Él captó el subtexto y una sombra de decepción cruzó sus ojos. “¿Ya te vas?” 

“Si. Era suficiente saber que su vida no corria peligro. Eso me tranquilizaba Por lo demás, no necesitábamos seguir enredandonos, para evitarnos más problemas. Me incliné para quitarle temporalmente el vendaje que colgaba de su cuello, y al tocar su temperatura anormal, me tensé ligeramente Tenia fiebre. Pero había doctores y enfermeras, por lo que no me tocaba a mi preocuparme 

Hice como si no me hubiera dado cuenta y con cuidado le puse la camisa, abrochando cuidadosamente los botones, luego me ergui lentamente y le dije: “Listo, me voy ahora. “B 

El bajó la cabeza, como un niño con un berrinche, su mandibula estaba apretada, sin decir palabra. 

Al salir de la habitación del hospital, César, que estaba afuera, parecia sorprendido y me preguntó: “¿Ya te vas?” 

Asenti, César echó un vistazo dentro de la habitación, cemo la puerta y dijo 

gravemente herido, pasó dos o tres horas en reanimación cuando lo traje tacto: “Señora, el presidente Montes ha estado 

cuidarlo bien…“3 

al hospital, Yo, siendo un hombre torpe, temo no poder 

Entendi lo que quería decir. Pero pretendí no entender, me contuve mientras le decía: “Bueno, que lo cuiden las enfermeras, las de aquí son muy atentas. 

César dijo: “Pero ninguna enfermera cuidaria mejor que su propia esposa…” 

“César, tú sabes mejor que nadie que estamos en proceso de divorcio. Ya no es apropiado que me ocupe de estas cosas” Le recordé con resignación. 

César exclamó sin pensar: “Pero quién más se meteria en tantos problemas por una exesposa. 

Capítulo 260 


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