Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez

Diario de una Esposa Traicionada Capítulo 216



Capítulo 216 

Victoria fue empujada de repente, cayendo al suelo de bruces, con dolor apretó los dientes e, incrédula, miró hacia Andrea preguntándole: “Andrea… me empujante? Desde que eras una niña, ¿acaso no te he dado lo mejor en comida, ropa, y todo lo que necesitabas? ¿Y ahora me tratas asi?” 

“Si lo hubieras hecho con corazón, no me tratarias as ahora!” 

Andrea, con una mirada de rencor, se agachó y agarró su cabello, interrogándola con énfasis: “Dijiste que si quería algo solo tenía que conseguirlo con mis propios medios, eso fue lo que me enseñaste,” ¿no? Entonces, ¿por qué me culpas ahora por hacerlo, mamá? ¿Acaso no estoy siguiendo tus consejos?” 

“…No es asi.” 

Victoria estaba aturdida, entre el odio y el remordimiento: “Nunca te enseñé eso… nunca lo hicer 

“No es… no es asi… ¡No!” 

Entre más hablaba, más descontrolada se sentía, y de repente se levantó y, mientras argumentaba con vehemencia, corrió hacia afuera con la mirada perdida. 

Andrea miró en la dirección en que se fue Victoria y de repente comenzó a llorar, mirándome con veneno: “¿Estás contenta ahora? Al vernos a mi madre y a mi asi, te sientes satisfecha?” 

“La verdad es que no me sorprende nada.” Respondi con voz tranquila. 

No era que me alegrara enormemente, solo sentía que era el karma. 

Cuando Victoria trató así a la madre de Isaac, seguramente nunca imaginó que ese día llegaría. Y el karma más cruel cayó sobre ella, ya que la traicionó no fue otra más que su propia hija. 

Andrea apretó los dientes gritando: “No creas que has ganado! Cloe…” 

“Ya basta, no hagas amenazas. 

Señalé hacia los espectadores en el salón, sonriendo ligeramente y diciéndole: “En vez de perder el tiempo aqui, mejor empieza a mudarte rápido, antes de que los justicieros de internet encuentren tu dirección y termines con huevos y pintura en tu puerta. 

“¡Cloé!” 

Andrea se dio cuenta de que los transeuntes estaban grabando, y su expresión se volvió sería, bajando la voz y diciéndome: “Cloé, esta vez te pasaste.” 

Con esas palabras, cubrió su rostro con su bolso y huyó corriendo. El drama finalmente había terminado. Exhalé profundamente y sali, conduciendo de regreso a casa. 

La vida de Leticia y la de Thiago se cruzaban en muchos aspectos, y ella, temiendo encontrarse con él, se quedaba en casa jugando videojuegos y viendo series, sin salir a ninguna parte. 

Al entrar, ella corrió hacia mi con su tablet, riendo y preguntándome: “Fuiste tú quien hizo eso en internet? No lo hubiera imaginado, tienes tu lado despiadado! ¿Viste? La gente casi que convierte a Andrea y a Jaime en coladores, me mori de risa.” 

Me rel ante su comentario, mientras me quitaba los zapatos y le decía: “Leti, no fui yo.” 

No era de extrañar que Isaac pensara que había sido yo, después de todo, hasta Leticia lo creía. Pensándolo bien, solo yo tenía el video y un motivo. Sin embargo, a diferencia de Isaac, una vez que lo 

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expliqué, Leticia me creyó. 

Ella preguntó, confundida: “Entonces quién fue? Bueno, no importa quién haya sido, hizo una buena acción. Cuando sepa quién fue, tengo que invitarlo a una buena cena.” 

“Es tanto bueno como malo,” 

Me dejé caer en el sofá, mirando a Leticia: “Esa persona arruinó mis planes.” 

Leticia se quedó pensativa, tomó un vaso de café con leche de la mesa de centro, insertó un popote y me lo pasó preguntando: “¿Cómo asi?” 

“No conseguí el certificado de divorcio,” 

Hablar de eso me irritaba, bebi un largo sorbo café con leche y continué contándole: “Estaba tan cerca, si esa persona hubiera llegado un minuto más tarde, habria conseguido el certificado de divorcio sin problemas.” 

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