Capítulo 138
Capitulo 138
“No es asi“, Nicanor era sincero. “De hecho, la familia Linares siempre supo de la existencia del joven maestro, pero hasta que Felipe no dio su aprobación, nadie se atrevió a traerlo de vuelta a la familia, Fue solo después de que el joven maestro se hizo famoso y causó sensación en todo Monte Azur que el anciano nos mandó a reconocerlo y traerlo de vuelta a la familia“.
Solté una risa fria, hasta en las familias poderosas era igual, buscando el beneficio y evitando el daño, esa era la naturaleza humana.
“¿Y esta ropa vieja? ¿Todavia no se la han deshecho?“. En el perchero vi la ropa que Kent llevaba cuando vagaba, que no le quedaba bien y estaba descolorida por tantos lavados.
La gente de la familia Linares lo habla traido de vuelta a casa, lo limplaron y lo encerraron en una habitación, ¿y no se deshicieron de esa ropa?
“Esta ropa, el joven maestro la valora mucho y no permite que nadie la toque“, Nicanor levantó la mano para impedirme tocarla. Entonces, me picó la curiosidad, ¿por qué él valoraba tanto esa ropa que estaba descolorida y ni siquiera le quedaba bien?
“¿A este chico lo has visto antes?“, mis pensamientos volvieron a la foto, señalando al chico que estaba al lado de Kent escondiéndose detrás de él con una mirada timida.
“Ese es Omar, otra estrella del Centro de Bienestar Estrellas, uno de los gemelos prodigios que conmocionaron a Monte Azur ese año“, Nicanor miró la foto, suspirando con pesar. “Lamentablemente. murió en el incendio del centro ese año. El joven maestro…”
Nicanor se detuvo, como si quisiera decir más, pero luego continuó: “También debería haber muerto alli, pero milagrosamente sobrevivió“.© NôvelDrama.Org - All rights reserved.
Me quedé en shock por un rato: “¿Ese incendio fue un accidente?“.
“Fue provocado“, Nicanor lo dijo muy seguro.
“¿Y el asesino?“, le pregunté con urgencia.
“No se encontró al culpable, la tecnologia de investigación no era tan avanzada en aquellos años, no había cámaras de seguridad en el lugar del incendio, todo el mundo negaba que alguien hubiera iniciado el fuego. asi que se quedó ahi“, Nicanor negó con la cabeza.
Pude ver que habia muchos detalles que no me estaba diciendo, pero él no habló más, y yo tampoco pregunté. Después de todo, él no había sido testigo presencial en ese entonces. Mi mirada volvió a caer sobre el lider del grupo, Joel, él definitivamente sabia qué habia pasado en ese incendio. Y el asesino psicopata, ¿por qué seguía matando a la gente del centro?
Por lo que ya veo, no tiene intención de dejar vivos a ninguno de los que aparecen en esta foto.
“¿Puedo llevarme esta foto?“, le pregunté en voz baja.
“Todo esto lo guardaba el señor Mateo, si lo necesita, puedo hacerle una copia nueva“.
Asenti.
Las chicas con vestidos rojos de la foto ya estaban muertas, solo quedaba Yuria. Y el asesino ya tenia la mira en los demás.
*¿Este es el director del centro?“, señalé a una mujer de mediana edad sentada en el centro y pregunté.
“Ellos, marido y mujer, fundaron ese centro“, Nicanor asintio.
Mirė a la mujer de mediana edad, y luego al hombre de mediana edad a su lado, sintiendo un escalofrio sin
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razón. Esas dos personas tenian una sonrisa llena de caridad, pero ¿por qué sentia un frio en la espalda?
“¿Todavia están vivos?“, le pregunté con curiosidad.
“Vivos“, Nicanor asintió. “La que murió hace poco fue su hija“.
Levante la vista sorprendida hacia Nicanor, la hija de esas dos personas estaba muerta. Parecia ser que esa serie de asesinatos brutales y despiadados realmente era por venganza. Estas personas, definitivamente tenian algo en común, debian haberle hecho algo al asesino.
“Nayri… ¡Nayri!“.
De repente, se escuchó la voz angustiada de Kent desde afuera, como si estuviera teniendo una pesadilla, con un grito desgarrador y desesperado,
Algo me punzó en el corazón, y corri hacia afuera inquieta; ahi estaba Kent, apoyado en la ventana, con un aire de desconcierto que lo envolvia como una neblina. El suelo estaba marcado con las huellas rojizas de la sangre que brotaba de sus heridas abiertas; su rostro, pálido pero hermoso, también estaba salpicado de sangre, y gotas carmesi resbalaban por la marcada nuez de su garganta.
Tenía las manos ensangrentadas y cuando me vio, se revolvió inquieto como un niño que ha sido atrapado en una travesura, escondiendo sus manos detrás de su espalda.
Nicanor cambió de color, su rostro se tiñó de preocupación y corrió hacia la salida gritando: “¡El doctor! ¡Llamen al doctor!“.
Era evidente, la familia Linares me había ocultado mucho sobre la condición de Kent. Y claro, el estado en la que él se encontraba ahora, no era para nada normal.